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A4B

Arquitectura 4B

Profesor Prof. Titular Mariano Faraci, Prof. Adjunto Federico Litvin
Prof. Asistentes Juan Ignacio Barrionuevo, Ignacio De Marco, Iván Kustich,
Agustín Massanet, Mariano Piccardo, Elizabeth Zuzaya
Titular: Arq. Mariano Faraci
Profesor Adjunto: Arq. Federico Litvin
Profesores Asistentes: Arqs. Juan Ignacio Barrionuevo, Ignacio De Marco, Iván Kustich, Agustín Massanet, Mariano Piccardo, Elizabeth Zuzaya

LO QUE ENSEÑAMOS
La construcción de la estrategia del tema-problema al lugar y viceversa
La estrategia proyectual para un edifico es la síntesis arquitectónica del sitio a ocupar y el programa a espacializar. Es producto de la interacción del programa y el sitio, en tanto articulación del tema-problema y su traducción a programa arquitectónico y, el sitio, transformado en lugar.
El programa es la interpretación intelectual, propositiva, proyectual del tema-problema. La noción de tema-problema alude a la realidad. En este caso, a nuestra realidad local y global: social, política, económica y cultural. Esto es, en el contexto de la época que nos toca vivir, de sus características, donde los contenidos tienen que ver con las necesidades de las generaciones protagónicas.
Poder mirar y discernir, en el marco de las innumerables situaciones complejas y contradictorias, sobre qué trabajar, cómo dar respuestas.
Lo central es, precisamente, como se distribuyen los programas en el espacio.
Aun cuando la dinámica de los cambios en los modos de habitar impone, cada vez más, prever espacios flexibles con gran capacidad de adaptación, esto no supone la ausencia de programa. En todo caso, el programa, es también la flexibilidad. No hay arquitectura sin programa.
Del mismo modo, no hay arquitectura sin lugar, la arquitectura es en un lugar y un tiempo. El hombre se establece adaptando el medio, transformándolo en un lugar. En ese sentido, la arquitectura da respuesta a las condiciones del lugar, desde el entorno físico y social, hasta las características del clima.
Por eso sostenemos que el Lugar en donde se va a intervenir es, junto al Tema-problema, fuente principal de ideas para la generación de una estrategia proyectual.
En la escala de los equipamientos colectivos, los buenos programas los proponen los buenos gobiernos, los buenos proyectos los buenos arquitectos.

En tanto idea, encierra junto a su articulación, una propuesta de espacio, una noción de materialidad. Para constituirse en anteproyecto y en proyecto arquitectónico luego, debe dejar de ser estrategia, desplegándose en esa dirección, con un sentido, desde el oficio del proyecto.
Y aquí, en este punto clave de la producción arquitectónica, es en el que materialidad y tectónica tienen la capacidad de manifestar la voluntad expresiva del proyectista en el intento de generar las mejores condiciones de habitabilidad (y el plus de placer) dentro y fuera (espacio interior, intermedio y exterior) de sus arquitecturas.

Tema-problema y programa arquitectónico
Nuestro tema – problema surge de la intersección de tres esferas: la de la juventud,
la de la educación, y la del trabajo.
Si bien estamos viviendo en una época que podríamos calificar de incierta, tenemos una certeza: la oferta de la educación secundaria es la que determina el nivel educativo que alcanzará la mayoría de la población. Por ende, va a definir gran parte del perfil cultural, económico y ciudadano de los países, con las consecuencias individuales y sociales que esto genera.
Por ello creemos que, además de cumplir con su meta específica que es que las nuevas generaciones se apropien significativamente de la cultura de la sociedad a la que pertenecen, es insoslayable pensar en una escuela secundaria
que incluya:
a- La formación para el ejercicio de una ciudadanía plena, crítica, protagónica
y activa,
b- La formación para el auto-aprendizaje y para la auto-evaluación constantes.
c- Finalmente, pensamos que la escuela tiene que formar para el trabajo.
Mediante la construcción del equipamiento colectivo destinado a albergar la Nueva Escuela Universitaria de Nivel Secundario se pretende potenciar los espacios para la generación y expresión de las actividades educativas, culturales y deportivas, fortaleciendo las relaciones sociales, la vida comunitaria, la actividad ciudadana y ampliando lazos de pertenencia colectiva hacia y desde el barrio donde se inserta, promoviendo, a la vez, la creación —y correspondiente
interacción— de espacio público de calidad que propicien la convivencia de la comunidad.

Ciudad, espacio público y equipamientos colectivos
El debate sigue estando en la necesidad de intensificar las cualidades intrínsecas del territorio. La ciudad debe tender a aumentar su compacidad para reducir la demanda de recursos, más que optar por los modelos de dispersión actuales, que además consumen más territorio. La ciudad compacta, en ese sentido, es un sistema de mayor complejidad que puede reducir el consumo de recursos mediante la intensificación de los usos y la generación continua de relaciones entre sus componentes. Articulada con una diversidad de tejidos urbanos que favorezcan la legibilidad de la ciudad por parte de sus habitantes, es posible
trabajar para la existencia de una identidad colectiva, caracterizada por su legibilidad, sentido de pertenencia, accesibilidad, soporte de cooperación, diversidad y capacidad de contener una trama de continuidad con el resto de los tejidos.
Los tres componentes referidos, espacio público, tejido urbano y equipamientos colectivos, en conjunto e interactuando de modo permanente, constituyen el entramado de la ciudad. Los equipamientos colectivos, ya sean de orden público o privado, por sus características nodales, tienen un rol estructurante tensionando el tejido urbano —encargado de articular lo público y lo privado— que además de otros usos, contiene el residencial que en nuestro caso ocupa el 80% de la superficie; mientras el espacio público organiza la totalidad a través de la trama conectiva de calles, plazas y parques, desde donde se vive la ciudad.

El Plano Cero
Se entiende por Plano Cero al espacio —vacío, espacio y hombre, programa y usos—que articula la relación espacial que se genera entre la escala urbana de la ciudad y la escala institucional de la arquitectura, entre el espacio público urbano y el espacio público institucional. La noción de Plano Cero alude a una idea de espacio que por sus características físicas (dimensión, proporción, escala y configuración) y sociales (actividades,
urbanas y propias del edificio, que lo delimitan, más programa de usos específicos), se constituye en lugar. En lugar en el sentido de espacio vivido, en su capacidad para articular lo existente con lo nuevo, de establecer continuidades —lo existente que merece continuar— y cambios —lo nuevo que merece ser—. Lugar cualificado, que comienza afuera y termina adentro y viceversa, espacio multi-relacional de intercambios público y privados, de
interfaz entre el espacio público y el espacio propio de las arquitecturas; y junto a ello, matriz básica de generación de espacio y, por lo tanto, espacio de múltiples relaciones.

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